Por Maurilio Soto
Segunda de tres partes.
El informe “Cruel por diseño: voces de resistencia de la detención de inmigrantes”, elaborado por el Proyecto de Defensa de Inmigrantes y el Centro de Derechos Constitucionales (Mizue Aizeki, Ghita Schwarz, Jane Shim y Samah Sisay), revela “cómo el sistema está diseñado para que al gobierno federal le resulte lo más fácil posible excluir y deportar a las personas”.
El estudio pone de manifiesto “cómo los daños asociados con las prácticas de detención de ICE (Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de EE. UU., ICE, por sus siglas en inglés) están integrados en las estructuras del régimen de control de inmigración”.
Este informe “se enfoca en la necesidad urgente no sólo de la liberación del encarcelamiento sino también del fin de un sistema cruel”, indica.
Afirman que prácticas de ICE ayudaron a propagar el Covid en centros de detención de inmigrantes
“Bueno, vas a tener que morir de algo”, fueron las palabras de un guardia “a inmigrantes detenidos en el Centro Correccional del Condado de Hudson cuando la pandemia de COVID-19 comenzó a correr a través de los centros de detención en todo el país en marzo de 2020”.
Los migrantes, además, se encontraban en huelga de hambre para de esta forma tratar de conseguir jabón y papel higiénico que les faltaba en medio de la pandemia.
“Que los detenidos se sintieran obligados a tomar medidas tan drásticas en medio de una pandemia habla de cómo las prácticas del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de EE. UU. (ICE, por sus siglas en inglés) ayudaron a propagar el coronavirus”, afirma el estudio.
Pero no sólo eso, pues asegura que “las condiciones abusivas de larga data en las instalaciones de ICE (hacinamiento, falta de atención médica y condiciones insalubres) exacerbaron la pandemia en las instalaciones mismas y en las comunidades circundantes. Y al continuar deteniendo a personas, sometiéndolas a condiciones inseguras, transfiriéndolas de un estado a otro y deportando a personas con COVID-19 a países como India, Haití, Guatemala y El Salvador, ICE también exportó el virus a nivel mundial”.
Las prácticas de ICE durante el aumento de la pandemia por COVID-19, dice el estudio, son sólo el ejemplo más reciente de la crueldad del sistema de inmigración.
“El sistema (de detención de inmigrantes) socava la seguridad pública”
“A medida que la pandemia se convirtió en una crisis dentro de los Estados Unidos y en todo el mundo, la respuesta de ICE destacó no sólo el sufrimiento causado por el sistema de detención y deportación, sino también cómo el sistema socava la seguridad pública”, afirma.
Pese a las pautas de seguridad ante la pandemia y las múltiples demandas, la respuesta de ICE, indica el informe, no fue liberar a las personas, sino continuar arrestándolas y realizando redadas, inclusive en áreas que se habían considerado “de contención” para limitar la propagación del coronavirus.
“ICE provocó un brote de COVID-19 en el Centro de Detención de Farmville después de que transfirió a decenas de inmigrantes para transportar a los agentes de ICE a la policía de una protesta de BLM en Washington, DC (las regulaciones de la agencia no permiten el transporte de empleados sin detenidos a bordo)”, asegura el documento.
Y destaca que un estudio efectuado por Detention Watch Network dio como resultado comprobar que las prácticas de ICE contribuyeron a la propagación de COVID-19 en la Unión Americana.
No se implementaron procesos de cuarentena en centros de detención de inmigrantes y facilitaron la propagación de Covid
“Dentro de los centros de detención, ICE no implementó los procedimientos de cuarentena para las personas recién detenidas , lo que provocó brotes en todas las instalaciones. (ICE voló al menos 750 vuelos nacionales transfiriendo personas entre las instalaciones de ICE de marzo a julio de 2020”, expone.
Además de que por lo regular no proporcionó jabón, desinfectante para manos ni equipo de protección personal, el personal de ICE –señala el informe– ocultó información a los detenidos sobre el nuevo coronavirus y no implementó ampliamente los procedimientos de prueba después de que comenzaron los cierres estatales.
“ICE usó rutinariamente el confinamiento solitario con atención médica limitada, a veces durante semanas, como una forma de cuarentena.Como resultado de tales prácticas, 2020 vio el mayor número de muertes en detención de ICE en quince años; el COVID-19 fue la causa de ocho de veintiún muertes”, detalla el documento.
Y por el otro lado, igual de grave durante una pandemia, ICE siguió –precisa el estudio– deportando personas, incluidas aquellas con COVID-19, facilitando efectivamente la propagación de la pandemia a países de todo el mundo.
“ICE deportó personas incluso a países que tenían restricciones de viaje. Guatemala fue uno de ellos; su gobierno informó que 186 deportados dieron positivo por COVID-19 a su llegada entre marzo y junio 2020”, recalca.
Negligencia médica y deterioro de salud mental en centros de detención de inmigrantes
Frecuentemente –afirma el documento–, la detención de migrantes crea y exacerba los riesgos para la salud de los detenidos, y la negligencia en la atención médica contribuye significativamente a casos de fallecimientos que pudieron ser evitados.
“Keshia C., una solicitante de asilo de Camerún, huyó de su país porque enfrentaba amenazas del ejército. Con sólo diecinueve años, Keshia viajó a pie a través de varios países antes de llegar a la frontera entre Estados Unidos y México, donde fue inmediatamente puesta bajo custodia de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos”, relata.
De esta forma fue ingresada al Centro de Detención T. Don Hutto, en Texas, donde afirmó: “Nunca vi a un médico. . . porque el personal médico siempre les decía a sus pacientes que estaban mintiendo y recetaban medicamentos que no estaban relacionados con las condiciones que padecían las personas. Nos quejamos con los funcionarios de ICE”.
Otros casos de negligencia médica que menciona el informe son el de una mujer diabética recluida en el centro de detención de Laredo en Texas a la que no le administraron insulina durante varias semanas después de ser trasladada al centro de detención. O el de un migrante que recibió el medicamento equivocado por parte de una enfermera en el Centro de Detención de Laredo en al menos dos ocasiones.
“Las trágicas consecuencias de las fallas en la atención médica en detención resultaron en la muerte de treinta y cinco personas desde abril de 2018 hasta diciembre de 2020, veintiséis de ellas atribuibles a causas médicas”, precisa el documento.
La negligencia médica en la detención –asegura el informe–, va desde fallas en la educación preventiva y el tratamiento, la devaluación de los síntomas que escalan rápidamente, hasta el desprecio y el retraso en el tratamiento de diagnósticos catastróficos.
“Las fallas en la atención médica dentro de la detención propagan enfermedades y aceleran el deterioro de quienes ingresan a la detención. (…) desde la perspectiva de ICE, dado que el objetivo es la deportación y no la liberación, no hay incentivo para brindar atención médica adecuada”, puntualiza.
Problemas de salud mental, exacerbados en los centros de detención de inmigrantes
“Las condiciones de detención llevaron a Edinson Calderón, un solicitante de asilo, al borde del suicidio. A Edinson se le negó su derecho a vivir abiertamente como un hombre gay en Venezuela. Las leyes anti-LGBTQ+ y la homofobia social lo obligaron a buscar una vida libre de miedo”, indica.
“Al ingresar al sistema de inmigración de los EE. UU., regularmente se sentía bloqueado porque todas las instrucciones y comunicaciones estaban en inglés, si es que se daba alguna. Una vez detenido, le preguntó a un médico por qué lo encarcelaron si buscaba asilo. Debido a esta simple pregunta, el médico lo colocó en un ‘lugar de emergencia’, que en realidad era una unidad de aislamiento”, explica.
Edinson Calderón estuvo por lo menos cuatro días en una habitación diminuta donde se encontraba la cama, la ducha y el inodoro, y además nunca le dijeron cuándo lo sacarían de ahí.
“‘Para mí, realmente, esa situación fue tan horrible, tan horrible porque en mi cabeza comencé a pensar cosas malas. [Pensé] que tal vez trataría de suicidarme dentro’”, expone el estudio respecto a la experiencia de Edison.
“La experiencia de Edinson de rápido deterioro mental durante la detención lo llevó a crear un programa de redacción de cartas de detención de inmigrantes después de la liberación. Intercambió correspondencia con una mujer transgénero cuyos registros indican que se le asignó un varón al nacer”, explica.
Pero, “debido a la discrepancia en los documentos, ICE la colocó en aislamiento durante dos años, tiempo durante el cual intentó suicidarse dos veces. Dice Edinson: ‘Somos humanos, pero ICE no piensa eso porque intentan matarte. . . hacen que todas las situaciones [espantosas] porque quieren oírte decir, ‘por favor depórtame’”, detalla el informe.
Así, el informe concluye que una atención adecuada para los temas de salud mental es casi inexistente, y que esto se da, a pesar de que los impactos psicológicos de tener que sobrevivir al confinamiento obligatorio deterioran la mente y el cuerpo físico
“La falta de recursos para los servicios de salud mental, o simplemente la falta de voluntad para brindar servicios de salud mental a pesar de la abrumadora necesidad, hace que las personas detenidas se sientan desesperadas y alienadas. Como resultado, cada vez más personas detenidas sufren depresión, ansiedad y trastorno de estrés postraumático (TEPT), que a menudo evolucionan hacia otras complicaciones de salud mental”, afirma.
A muchos inmigrantes detenidos se les generan traumas que pueden durar años
La consecuencia de esto es que muchos migrantes detenidos ven deteriorada su salud mental. Como en el caso de un hombre de cincuenta años detenido por ICE durante más de siete años en el Centro de Detención de Adelanto en California, quien declaró para el estudio lo siguiente:
“En la detención de ICE, me diagnosticaron esquizofrenia y un trastorno depresivo mayor con características psicóticas. . . . En Adelanto, mi salud mental ha empeorado. El personal médico sigue cambiando el tipo y la cantidad de medicamentos que tomo”.
Al no priorizar la salud mental de los inmigrantes detenidos –señala el informe–, el ICE perpetúa las condiciones que empeoran innecesariamente el estado mental de las personas bajo custodia, al grado de que los recuerdos y el trauma pueden durar años.
Entre los inmigrantes detenidos más vulnerables se encuentran las personas trans
“El sistema de detención y deportación de inmigrantes de EE. UU., que detiene a más de cien mil personas por año, contribuye activamente a generaciones de trauma. Entre los más vulnerables se encuentran las personas trans detenidas”, asegura.
Joaris Hernández emigró a Estados Unidos para buscar asilo luego de que fue perseguida y agredida sexualmente por pandilleros en El Salvador por identificarse como una mujer transgénero. Pero al llegar fue internada en un centro de detención de inmigrantes solo para hombres.
“‘Estar adentro es terrible y estar detenida con hombres, como mujer trans, es particularmente difícil’”, declara Joaris para el informe.
Por si esto no fuera suficientemente grave, los agentes de ICE –explica el documento– le aconsejaron que no intentara cambiarse a un centro para mujeres debido a que el proceso de transferencia, según ellos, podría prolongar su tiempo de detención.
“Sin embargo, mientras estuvo detenida, Joaris fue acosada, agredida y abusada sexualmente. Aunque Joaris denunció el abuso sexual, no recibió asesoramiento ni atención de salud mental. El día del asalto, los médicos realizaron pruebas invasivas a Joaris frente a guardias masculinos. Joaris les pidió a los guardias que se fueran o al menos le dieran la espalda, pero ellos se negaron”, relata.
“‘Estaba desnudo, lo cual fue horrible porque los dos agentes de seguridad eran hombres, vieron cómo el médico examinaba mis órganos sexuales. Fue traumatizante. . . eso fue algo que me mató porque vieron todo el proceso de prueba de penetración de una violación sexual como entretenimiento. Esa noche no podía sentirme tranquilo y tuve un ataque de nervios. Estaba gritando incontrolablemente y no podía quedarme quieto”, declaró Joaris.
Y eso no fue todo, en vez de recibir atención de salud mental, los guardias la ingresaron a la clínica psiquiátrica, donde la aislaron durante cuatro días, apunta el informe.
La atención preventiva en centros de detención de inmigrantes es inexistente
Nilson Barahona-Marriaga, un inmigrante de Honduras que vivió en Georgia durante más de veinte años, llegó a los Estados Unidos con una visa cuando tenía dieciocho años para reunirse con su familia. Luego de tener contacto con el sistema legal penal, fue trasladado a la custodia de ICE.
“Cuando Nilson ingresó al centro de detención del condado de Irwin en Georgia, sabía que su “azúcar estaba alta”, pero se sorprendió cuando el departamento médico del centro de detención le informó que necesitaría diálisis y le recomendó insulina tres veces al día. Nilson se negó”, expone el informe.
Tras negarse al tratamiento que le ofrecían, “pidió orientación sobre cómo mejorar su condición sin medicamentos, ‘porque yo ni sabía lo que era la diabetes’. La comida dada en detención estaba compuesta en gran parte de alimentos ricos en almidón y poca proteína y vegetales. El personal médico declaró que no podía controlar lo que proporcionaban los operadores de detención”, explica el estudio.
La resistencia de los inmigrantes en los centros de detención
“‘Esta enorme corporación, que está ganando dinero enfermándonos. Porque si lo piensas bien, si nos dan la comida que se supone que debemos comer, no había necesidad de toda esa medicación. . . . Te darán todo ese medicamento, lo anotarán y te lo cobrarán’. La enfermedad ‘era una fuente de dinero’ para los operadores de detención”, señala el reporte y añade:
“El comisario del centro de detención cobraba por alimentos más saludables. Nilson decidió crear su propio plan de tratamiento y le pidió a su familia que le enviara tenis para que pudiera hacer ejercicio y comenzó a intercambiar sus alimentos ricos en almidón con otros por vegetales”, indica el documento y agrega:
“En declaraciones presentadas en abril de 2020, los inmigrantes detenidos en el Centro de Detención del Condado de Etowah en Gadsden, Alabama, relataron la falta de atención médica preventiva en la cárcel. Un inmigrante que ha estado bajo la custodia de ICE desde 2016 declaró”:
“‘También tengo esófago de Barrett, lo que me pone en mayor riesgo de cáncer. No me han hecho una endoscopia ni una biopsia desde que estuve bajo la custodia de ICE, que debe realizarse anualmente para controlar mi esófago de Barrett y detectar células potencialmente cancerosas’”, afirma para el reporte.
Otro inmigrante de Ecuador explicó lo que vivió tras llegar a Etowah en 2018.
“‘He tenido unas cinco convulsiones aquí, la más reciente en febrero. Alrededor del 17 de octubre de 2019 me sirvieron comida contaminada. Algo me afectó y comencé a tener convulsiones y me caí al costado de la cama y me rompí una costilla. Nadie me encontró durante treinta minutos hasta que mis compañeros de celda vinieron y me recogieron. Han pasado cinco meses y todavía tengo dolor en el costado. Tardaron cuatro meses en darme pastillas para el dolor. También tuve una reacción alérgica y tenía bultos por todo el cuerpo’”, se revela en el informe y agrega:
“Pedí medicación para controlar las convulsiones pero me dijeron que cada vez que tuviera una convulsión debía ir a observación. Cuando los tengo, tengo que acostarme en mi cama y esperar que pase. A veces duran quince minutos, cuando es malo son de treinta a cuarenta y cinco minutos. Las llamadas por enfermedad suelen tardar alrededor de tres días en responderse, por lo que si algo estuviera muy mal, no me llegarían a tiempo”, declara el inmigrante para el estudio. (Segunda de tres partes). Te invitamos a leer la primera parte de este artículo.
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