El asilo, una palabra que resuena con fuerza en las comunidades inmigrantes, pero que también arrastra consigo una serie de malentendidos, mitos y riesgos que pocas veces se explican de forma clara.
A la luz de los anuncios recientes de la administración Trump (que hemos tratado en este blog), es fundamental entender por qué el asilo, aunque legalmente válido, no es un camino fácil ni mucho menos seguro hacia la residencia permanente o la ciudadanía en Estados Unidos.
De hecho, muchos lo consideran hoy como “la manera más peligrosa de arreglar” la situación migratoria.
El asilo no solo tiene un índice altísimo de negación, sino que está cada vez más en la mira del gobierno federal, que ha intensificado la investigación de posibles fraudes en este tipo de solicitudes.
Esa vigilancia se extiende también a la conducta de los solicitantes después de obtener el estatus, especialmente en lo que se refiere a los viajes de regreso al país del cual supuestamente huyeron.
Explicado de forma más simple: si usted pidió asilo argumentando que no podía volver a su país porque corría peligro, pero apenas le otorgan los papeles vuelve a visitarlo, eso puede parecer una contradicción grave. Y hoy, esa contradicción puede costarle no sólo el estatus, sino incluso su ciudadanía si ya la obtuvo.
El riesgo de desnaturalización (es decir, perder la ciudadanía por haber mentido en el proceso) es más real que nunca.
Asilo bajo la lupa
Uno de los principales cambios impulsados por Trump ha sido la revisión masiva de casos de asilo aprobados en los últimos años. Se trata de entrevistas nuevas, auditorías, verificación de datos y análisis del historial de viajes de las personas que ya tienen residencia o incluso ciudadanía.
El argumento oficial se enfoca en la seguridad nacional y en la sospecha de que existe un uso fraudulento del sistema de asilo, especialmente por parte de personas provenientes de Venezuela y Cuba.
Explicado mejor: si usted obtuvo la residencia por asilo, hoy más que nunca puede ser llamado nuevamente a entrevistas para que explique en detalle cómo fue su caso. Si su versión no coincide con los registros oficiales, si omitió información o si mintió, puede enfrentarse a procesos legales, incluso perder su estatus migratorio.
Una de las reglas clave que ha transformado la manera en que se analiza el asilo es la llamada “circunvención de vías legales”. Bajo esta norma, quienes no utilizaron los mecanismos legales disponibles, como la aplicación CBP One para agendar su ingreso, son automáticamente considerados como no elegibles para el asilo, salvo que logren probar lo contrario.
Esto ha complicado aún más el panorama para quienes cruzan la frontera sin utilizar las vías oficiales.
Es decir, si usted cruzó la frontera sin una cita a través de CBP One, el gobierno parte de la idea de que no tiene derecho a pedir asilo. Tendrá que demostrar por qué no usó esa vía, qué hizo durante su trayecto y por qué no pidió protección en países como México o Guatemala.
Asilo y contradicciones fatales
Un elemento que ha generado gran controversia y preocupación es el patrón de conducta que tienen muchos beneficiarios del asilo: una vez que obtienen residencia o ciudadanía, regresan al país del que supuestamente huyeron. Para las autoridades migratorias, este acto levanta fuertes sospechas de fraude. ¿Cómo alguien que dijo estar en riesgo de muerte vuelve voluntariamente a ese mismo lugar, aunque sea de visita?
Esto es así: el asilo es una promesa legal. Usted afirma ante el gobierno de Estados Unidos que no puede volver a su país porque corre peligro. Romper esa lógica con sus acciones (viajes de regreso, estancias prolongadas) puede llevar a que se reabra su caso, se revise su expediente y, eventualmente, se le revoque el beneficio migratorio.
Esta preocupación no es nueva. Figuras como el secretario de Estado Marco Rubio vienen advirtiendo desde hace años sobre el uso indebido del asilo por parte de quienes, tras lograr un estatus legal, utilizan sus documentos para volver al país del que presuntamente huían. Para el gobierno actual, eso constituye evidencia de que muchos casos fueron basados en mentiras.

Más allá del permiso de trabajo
Uno de los grandes errores de percepción que existe en torno al asilo es la idea de que es un camino sencillo para obtener un permiso de trabajo. Aunque es cierto que quienes solicitan asilo pueden, pasado cierto tiempo, obtener este permiso, reducir el proceso a eso es peligroso y engañoso.
El asilo es una figura jurídica compleja, con estándares estrictos, y que puede implicar graves consecuencias si se maneja mal.
De manera más simple: no pida asilo sólo porque alguien le dijo que así es más rápido conseguir papeles. Si usted no tiene un caso sólido, con pruebas, con testimonios, con evidencia real de persecución, no sólo le van a negar el asilo, sino que puede quedar en una situación migratoria peor que la inicial.
La desnaturalización: un riesgo real
Uno de los aspectos menos conocidos del sistema migratorio es el proceso de desnaturalización. Aunque se aplica en pocos casos, ahora se ha convertido en una herramienta prioritaria para el gobierno.
Si se comprueba que una persona obtuvo su residencia o ciudadanía mediante fraude en el proceso de asilo, puede perderla.
Ya hay casos en curso y, como se anunció recientemente, se han suspendido ceremonias de naturalización para personas de nacionalidades específicas que obtuvieron su residencia por esta vía.
Explicado mejor: aunque usted ya sea ciudadano, si el gobierno determina que su caso de asilo fue falso, puede iniciar un proceso para quitarle la ciudadanía. Esto no es una amenaza vacía: ya está ocurriendo y hay departamentos completos dedicados a revisar estos expedientes.

Asilo: ¿una vía para todos?
Aunque el sistema de asilo fue diseñado para proteger a personas realmente perseguidas, en los últimos años se ha masificado su uso como una forma de “arreglar” sin cumplir los requisitos tradicionales de reunificación familiar o residencia por trabajo.
Pero esta “puerta alternativa” no es accesible ni segura para todos. Especialmente para ciudadanos de países como México, donde las tasas de aprobación de asilo son bajísimas.
Si usted es mexicano, hondureño o salvadoreño, y no tiene una historia verificable, con pruebas contundentes de persecución, es muy probable que le nieguen el asilo. Y una negación no sólo significa no obtener papeles, también puede dejarlo en proceso de deportación.
Conducta presente, consecuencias futuras
El hecho de que le hayan aprobado el asilo no significa que su caso esté cerrado para siempre. Si más adelante se descubre que mintió, que omitió información o que su historia no era consistente, su caso puede ser reabierto, incluso si ya es residente o ciudadano.
De manera clara: si usted arregló por asilo y luego regresa a su país, o su conducta contradice lo que dijo en su solicitud, se está exponiendo a perder todo. Y si llega a pedir familiares, también puede salir a la luz cualquier irregularidad.
Asilo sí, pero con verdad y responsabilidad
El asilo es un recurso válido, necesario y urgente para miles de personas en el mundo que realmente huyen por su vida. Pero cuando se utiliza de manera estratégica, sin base legal real, se convierte en una bomba de tiempo.
Hoy más que nunca, el gobierno está enfocado en detectar y castigar los fraudes en casos de asilo.
De otra manera: no juegue con el sistema. Si su caso es verdadero, prepárelo bien, con evidencia, con un abogado ético y sin adornos. Y si ya tiene estatus por asilo, actúe con prudencia.
No viaje a su país sin asesoría. No dé motivos para que el gobierno sospeche que su miedo nunca fue real. El futuro suyo y de su familia puede depender de eso.

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