La propuesta actual no garantiza un camino a la ciudadanía americana
Con el plan Build Back Better dentro del senado, los legisladores de los Estados Unidos tienen la oportunidad de hacer efectiva una ley que protegerá los derechos de los inmigrantes por primera vez en 35 años. Sin embargo, la medida está lejos de garantizar un camino a la ciudadanía americana. Además de enfrentarse a la oposición, los defensores de la medida lidian con una lucha interna: ¿Alcanza con aceptar medidas de protección, o es este el momento de empujar por más?
En medio de este debate, el tiempo apremia: la puesta en efecto del Build Back Better puede representar la última oportunidad para los demócratas de pasar una reforma migratoria antes de las elecciones de noviembre de 2022. Luego de esa fecha, si cambia el equilibrio de poder entre demócratas y republicanos, la lucha por los derechos de los inmigrantes podría hacerse cuesta arriba. La ventana de oportunidad se hace más pequeña día a día.
Un camino a la ciudadanía americana estaba en los planes
Desde que fue propuesto a comienzos de año por el presidente Joe Biden, este es el tercer intento que realizan los demócratas del Senado para conseguir que el paquete de reformas migratorias pase. La parlamentaria del senado, Elizabeth MacDonough, rechazó las dos propuestas anteriores, argumentando que un plan de gastos como el Build Back Better no es el lugar indicado para incluir medidas con un impacto social tan amplio.
La primera propuesta elevada por los demócratas ofrecía un camino a la ciudadanía americana para los inmigrantes que cumplieran con ciertas condiciones, incluyendo a aquellos que ingresaron a los Estados Unidos siendo niños y a trabajadores esenciales. El segundo intento planteaba otorgar residencia permanente a quienes ingresaron al país antes del 2010. Ninguna de estas formulaciones pasó el escrutinio de la parlamentaria.
Puede adivinarse un patrón: cada nueva propuesta reconoce progresivamente menos derechos de los inmigrantes. Sin embargo, conciliar puede ser la única manera de que la reforma pase. Para muchos, incluso un paquete de medidas más conciliatorio representa una victoria invaluable; para otros, conformarse con menos que la ciudadanía garantizada es desperdiciar una oportunidad única.
Debate abierto entre los defensores de la reforma migratoria
Angélica Salas, directora ejecutiva de la Coalición por los Derechos Humanos del Inmigrante de Los Ángeles (CHIRLA), expresó que es inaceptable cualquier medida que no garantice la ciudadanía americana. Opina que los permisos de trabajo pondrán a sus beneficiarios en la misma situación precaria en la que se vieron los inmigrantes bajo la protección del DACA: vulnerables a un retroceso frente a un cambio en la administración.
“Si los demócratas del Senado no pueden luchar por un camino a la ciudadanía americana dentro del Build Back Better, cómo van a luchar por él luego?” “No pueden defraudar a nuestra comunidad de nuevo. No voy a estar satisfecha con expectativas tan bajas”.
Angélica Salas
Por otro lado, Giev Kashkooli, el director legislativo de la Unión de Campesinos de América, sostiene una opinión más conciliadora: propone que cualquier paso, aunque pequeño, es en camino a la dirección correcta.
“Es lo mínimo que los hombres y mujeres que nos alimentan merecen. Pero son avances importantes – la comunidad no los tiene ahora!”.
Giev Kashkooli
¿Ciudadanía americana o nada?
Gabriel Valladolid tiene 47 años y trabaja en los campos de tomate de San Joaquín, California (el estado con el mayor número de población inmigrante). Como trabajador esencial, su trabajo ha sido indispensable desde el brote de la pandemia por COVID-19. Espera con ansias poder visitar a sus dos hijos en México, a quienes no ve desde hace 17 años.
Los permisos de trabajo que otorgará la reforma migratoria, de ser aprobada, protegerán a personas como Gabriel de ser deportadas por un plazo de 5 a 10 años. También permitirán tramitar licencias de conducir nacionales y devolverá el derecho a viajar al exterior. Pero eso no equivale a convertirse en ciudadano.
Gabriel recuerda cuando el estado de California comenzó a otorgar licencias de conducir diferenciales para los habitantes indocumentados. Muchas personas, justamente, se quejaron porque estas licencias no tenían el mismo alcance que las regulares. Sin embargo, de acuerdo con Gabriel, eran mejor que nada: los inmigrantes vivían acostumbrados a que incautaran sus vehículos en cada control de tráfico. Gabriel piensa que la situación de hoy se parece a la de entonces.
“Lo que quieran darnos, que nos lo den – es un buen comienzo. Adelante, ¡pero ya!”.
Gabriel Valladolid
Con un año electoral a la vuelta de la esquina, la ventana de oportunidad para luchar por los derechos de los inmigrantes se agota. ¿Es conciliar la única estrategia posible, o es esta una oportunidad para mantenerse firme? Nos interesa tu opinión, ¡puedes dejarla en nuestros comentarios!