Por Maurilio Soto
Segunda de dos partes.
Por falta de papeles miles de inmigrantes se ven perjudicados en su vida diaria en Estados Unidos. Por este motivo, se les puede complicar conseguir trabajo o al no tener número de seguro social perder alguno que ya hayan conseguido.
Pero la carencia de seguro médico incluso puede poner en riesgo su salud y, ante tratamientos muy costosos a los que precisamente no pueden acceder vía una institución pública por falta de documentos migratorios, las cosas pueden ponerse aún peor.
Tal es el caso de Noemí que a continuación te presentamos.
Se contagia de Covid e inician sus problemas de riñón
En diciembre de 2020, como optometrista, su hija trabajaba con los pacientes en plena pandemia. A consecuencia de ello se contagia con el nuevo coronavirus, y luego contraen también Covid su hermano y el esposo de Noemí, quien fue la última en contagiarse, pero ella cayó en cama.
Fue ahí cuando todo volvió a complicarse para Noemí, pues al cabo de un tiempo, y tras dos pruebas que salieron negativas a Covid, “yo seguía enferma”.
“Y aparentemente salí del Covid. Pero en febrero yo caí en el hospital porque tenía un dolor muy fuerte en mi riñón, porque tenía una infección muy fuerte en el riñón y comenzaron los problemas. Y me mandaron con un especialista y me dijo que necesitaba ultrasonido, análisis de sangre”, explica.
De hecho, el médico le dijo, ya en 2021, que entre los dos riñones sólo llegaban a un 30 por ciento de buen funcionamiento.
“Y me dijo el doctor que si seguía así tal vez en menos de cinco años necesitaría diálisis y me recetó una medicina para ayudarme con mi azúcar porque por más dieta que hacía no podía controlar mi azúcar, y los medicamentos me estaban haciendo mucho daño en mi estómago”, relata.
El médico le prescribe Forxiga, el cual tiene un precio alto, y por ello “no lo pude comprar porque costaba mil dólares”, dice Noemí.
“Entonces yo hablo con mi doctora que me receta y me controla el azúcar y ella en la clínica del condado y la compañía me manda un montón de medicina en un mes, y me la tomo, pero esta medicina me hizo más daño que beneficio porque fue muy fuerte para mi riñón y entonces vuelvo a caer al hospital por dolores fuertes. Ellos dicen que los riñones no duelen, pero yo les decía que a mí me dolía”, cuenta.
Noemí tuvo que esperar más de ocho horas en emergencias antes de que pudieran atenderla y las noticias no mejoraban, uno de sus riñones estaba trabajando ya sólo al 15 por ciento.
“Me meten en el hospital, duro cuatro días en el hospital con líquido intravenoso todo el tiempo, y me logran rescatar, me mandan a mi casa y sigo con citas y citas al doctor. Entonces hace un mes (en enero de 2022) tuve una infección en mi oído y me vuelven a recetar antibióticos, supuestamente eran seguros para mi riñón, pero los antibióticos me provocan náuseas y yo empiezo a ponerme enferma, a vomitar, y por más de que yo trataba de mantenerme hidratada parece ser que esto afectó mucho el riñón”, cuenta.
Por falta de papeles se viene su mundo abajo
Luego va a una cita con el médico con el que se atiende el tema de sus riñones y le confirma el diagnóstico del hospital. Que su riñón estaba trabajando sólo al 15 por ciento y que su padecimiento había avanzado muy rápido, pues lo que él pensaba que sucedería en cinco años había sucedido ya en tan sólo tres meses.
“Y me dice: ‘Aquí no te van a poder atender, aquí solamente con la aseguranza, te puedo seguir viendo aquí normal, pero las diálisis, no creo que te vayan a dejar una silla para diálisis. Vas a tener que ir al hospital y por medio del hospital hacer la diálisis’, pero cada visita al hospital y diálisis aquí son miles de dólares”, relata Noemí, pero eso no sería lo peor que le diría su médico aquel día.
“Entonces él me dijo: ‘¿has considerado regresarte para México?’ Y me platica que él tiene un amigo hispano al que le recomendó que se fuera para México, debido a que era más fácil que tuviera su diálisis allá que aquí porque si estás trabajando y te dan diálisis tres veces a la semana no puedes mantener un trabajo porque terminas muy cansado después de la diálisis Y me dijo: ‘tal vez deberías de considerarlo’”, cuenta y agrega:
“La verdad en ese momento se me vino el mundo abajo porque yo tengo esperando 21 años en este país para que mi hija me pudiera arreglar y cuando mi hija cumplió los 21 años y comenzamos a buscar abogado para preguntar, esta persona me dice que no tengo esperanzas de arreglar pronto y que corro peligro de que me regresen sin dejarme venir otra vez, porque como ella no es militar, y yo entré ilegal no tengo derecho a que abran mi caso”, explica.
Y así es, a Noemí le afecta todo este tiempo de estadía ilegal en Estados Unidos, pues así lo establece la conocida como ‘ley de castigos’, aprobada desde 1996 y la cual estipula que un inmigrante ilegal queda sujeto a una prohibición de tres años, para acceder a cualquier beneficio migratorio, por permanecer más de 180 días como indocumentado.
Pero si esta permanencia ilegal se prolonga por más de 12 meses, el castigo será entonces de 10 años. Incluso, si un inmigrante indocumentado afirma falsamente –en el tiempo que pase en EU– ser ciudadano estadounidense, estaría enfrentándose, en caso de que quisiera arreglar sus papeles, a una prohibición de por vida.
La abogada que Noemí consultó también le dijo que la situación médica que vive tampoco hace alguna diferencia en este momento.
Nuestra vida está aquí, pero por falta de papeles se complica
“Toda mi vida he estado aquí, mi hijo tiene 16 años, tiene problemas de aprendizaje. Ha sido una larga lucha también con él. No conoce otro lugar más que aquí. Ha ido a visitar a sus abuelos, mis papás, pero nuestra vida todo el tiempo ha estado aquí. Y fue feo que me dijera eso el doctor, incluso considerar esa posibilidad después de tantos años de haber estado aquí”, expresa visiblemente conmovida.
Noemí tenía la esperanza, en cuanto a su situación migratoria, de que por lo menos se abriera la posibilidad de un permiso de trabajo, como lo “estaban mencionando en la televisión”, para el caso de muchos inmigrantes, pero es un tema que las autoridades norteamericanas mantienen estancado.
“Y dije, pues tal vez, si dan los permisos me voy a México y ya me regreso con un permiso y ya puedo ajustar mi estatus, pero pues todo se vino abajo y ya no se pudo hacer nada y ahorita me tocó la semana pasada ir a ver a mi doctor de la retina, del ojo, y le platiqué mi situación y me dice: ‘No te desesperes, hay muchos programas, sólo que tú no los conoces’”, cuenta y agrega:
“Y me preguntó por qué no puedo conseguir un seguro, y le dije que porque no tengo un número de seguro social. Y dijo, ‘ahí sí va a ser un problema para poder encontrar programas que te ayuden’”, relata.
Sin documentos migratorios en regla, Noemí tampoco puede entrar en la lista de trasplantes.
“El doctor me dice que puede que sí haya programas para ayudar en algo, pero que en realidad es muy difícil siendo indocumentado. Y me dijo que yo soy muy joven para que esté en diálisis toda mi vida: ‘Apenas cumplió 40 años, usted debería estar en la lista de trasplantes, pero mientras no tenga un seguro social no se puede’”, relata.
Lo único que Noemí sabe hoy es que regresar a México es una opción “porque estoy en un limbo aquí”.
“Y es un poco complicada la situación y sí me ha hecho pensar en la posibilidad y de hecho lo hemos hablado. Mi hija por supuesto que no quiere que me vaya porque dice que aquí tendría mejores oportunidades de tratamiento, aunque tuviéramos que ir pagando poco a poco y fueran cantidades grandes, pero todavía no sé qué vaya a pasar”, comparte nuestra entrevistada.
Prefieren no pensar, pues por falta de papeles podrían verse obligados a regresar a su país
Ella no ha querido pensar mucho en qué pasaría con la familia unida que tiene en este momento en caso de que tuviera que volver definitivamente a México por sus cuestiones de salud.
“No he querido pensar en eso, pero yo no quisiera que mi hija interrumpiera su vida, si ella decide irse conmigo que bien, pero a lo que he platicado con ella no creo que ella se quiera ir conmigo a vivir. Tal vez a irnos a visitar tal vez sí, porque le gusta mucho su trabajo y porque como ella dice: ‘solamente trabajando aquí te puedo ayudar un poquito más’”, cuenta y agrega:
“Entonces tal vez ella se tendría que quedar aquí con su hermano y tal vez yo me tenga que ir sola allá con mis papás, o con mi suegra, no sé todavía. Está la posibilidad pero no hemos hecho un plan todavía. Estamos con la esperanza de que hubiera algún programa que me pudiera referir o ayudar”, expresa en la entrevista para juradograha.com.
“Tengo parientes que han arreglado así por medio de sus hijos a los 21 años, sin ningún problema y en esta ocasión me dijo (la abogada) a mí que no bastaba con que tuviera una hija ciudadana autosuficiente que tiene un buen trabajo, que puede demostrar que me puede mantener. Que sería mejor si ella o mi hijo fueran militares, pero yo no voy a obligar a mi niño a que se vaya a lo militar sólo para eso. Si a él no le gusta no le voy a decir ándale ve. Es una decisión de vida muy difícil”, comenta.
Aunque de vez en cuando le ayuda a su pareja en su trabajo instalando cerámica, ellos han llegado al acuerdo de que ella no trabaje, por ejemplo, en el campo, porque la prioridad es su salud.
“Yo sé que sí hay muchos inmigrantes que sí andan trabajando así, pero es más complicado y he estado ya sin trabajar desde 2015 y por todo esto del Covid la verdad ha sido difícil”, dice.
La pareja de Noemí también es mexicana, del estado de Guanajuato, y cuando su papá era joven le metió la aplicación para arreglarle su residencia y fue aprobado, pero el señor falleció en 2014 y hasta el momento ya no han visto nada de ese caso para que pudieran arreglar papeles.
“Prefiero no pensar”, es lo que le dice el actual esposo de Noemí sobre el tema de que ella tuviera que regresar a México para poder recibir su tratamiento médico debido a no tener aseguranza en EU por su propia situación migratoria.
“Pero si es necesario nos tendremos que ir y comenzar de nuevo allá. Él se preocupa aunque no me lo dice, yo sé que al igual que a mí está situación lo tiene preocupado e inquieto”, comparte Noemí esperando que las cosas mejoren en su salud, en su vida en Estados Unidos, y en general para su familia. (Segunda de dos partes). Te invitamos a leer la primera parte de este artículo.
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