Los asistentes legales del despacho de la abogada de inmigración Erika Jurado son conocedores de todo lo que los clientes necesitan saber para comenzar los trámites migratorios de sus casos y una vez dado el primer paso, igualmente sobre todo lo relacionado para darle seguimiento a los mismos.
Pero incluso algunos asistentes legales del despacho Jurado-Graham han realizado trámites migratorios junto con sus familiares, y no sólo eso, sino que se han puesto en manos de la abogada Erika Jurado y los resultados han sido satisfactorios, porque como ya les hemos contado en otras oportunidades, el despacho de la abogada gana el 98 por ciento de sus casos, tan es así que dentro del propio equipo de Jurado-Graham hay casos de éxito y de uno de ellos te contaremos hoy.
Gracias a que parte del equipo de asistentes legales del despacho Jurado-Graham han tenido que pasar todo el proceso de diversos trámites migratorios, es que saben ponerse perfectamente en tus zapatos, entienden y comprenden mejor que nadie tus dudas, temores o hasta la frustración que en ciertas ocasiones pueden llegar a causar algunos procesos largos o llenos de papeleo ante Inmigración.
Samantha Hernández es la gerente del despacho de la abogada Erika Jurado, pero también colabora como asistente legal desde 2017. Su puesto actual lo alcanzó dos años después, en 2019.
“‘Oiga, yo lo entiendo completamente, yo pasé por esa misma situación (de trámites migratorios)’”
“Para empezar, esto se lo digo a todos los que entran, tienen que entender porque los clientes pueden llegar a preguntar a cada rato, pero hasta cierto punto creo que los clientes conmigo han tenido un poco más de entendimiento porque yo misma, trabajando con Erika, ella se encargó de mi caso con mi esposo”, nos cuenta Samantha en entrevista desde Kansas City, donde se ubica el despacho de la abogada.
“Yo le arreglé los papeles a mi esposo, entonces yo todo eso, en lo personal, lo he podido usar con los clientes y decirles: ‘oiga, yo lo entiendo completamente, yo pasé por esa misma situación, créame que nosotros estamos haciendo todo lo que podemos’”, relata quien es ciudadana estadounidense nacida en Nueva York, al igual que su hermano, pero con padres originarios de Honduras.
Samantha, como ciudadana de EU, pidió en 2016 a su esposo Allan Hernández para que él obtuviera también la residencia permanente legal en la Unión Americana.
La Ley de Inmigración y Nacionalidad (INA, por sus siglas en inglés) le permite a ciudadanos estadounidenses o residentes legales de Estados Unidos solicitar a su familia cercana para inmigrar a los Estados Unidos. Los familiares que se pueden solicitar son: cónyuge, hijos menores y mayores de edad, hermanos y padres.
El primer paso de este proceso –los trámites que Samantha realizó en 2015– es que el ciudadano presente el Formulario I-130 (Petición de Familiar Extranjero).
Una vez aprobada esta petición se pasa a la segunda parte del proceso con el Centro Nacional de Visas (NVC por sus siglas en inglés) donde, tras completar y enviar el formulario DS260, se deben aportar una serie de documentos tanto civiles como financieros para determinar la idoneidad del peticionario para soportar financieramente al inmigrante cuando ya sea residente estadounidense.
Además de estos documentos, deben llenarse el formulario I864 (Affidavit of support). Analizados estos documentos y determinando que el peticionario dispone de los recursos financieros suficientes para poder atender las necesidades del inmigrante, se envía todo al NVC para que aprueben dichos documentos; si así lo hacen, el caso pasa a ser trabajado conjuntamente con el consulado para determinar una fecha de cita consular.
La primera solicitud se realiza ante el Servicio de Ciudadanía e Inmigración de los Estados Unidos (United States Citizenship and Immigration Services, USCIS). La segunda, como hemos indicado anteriormente, ante el NVC.
“El caso comenzó (con la abogada) en diciembre de 2017, pero se tardó bastante porque un año antes de que Erika tomara el caso nosotros habíamos contratado otro abogado, aquí mismo en la zona (de Kansas donde actualmente vive Samantha), porque el problema de mi esposo fue que él también estaba bajo un proceso de deportación, así que él a parte de estar con la petición, estábamos peleando en la Corte de Inmigración”, relata Samantha.
La abogada Erika Jurado decidió ayudarle a Samantha con el caso migratorio de su esposo
“Así que ahí en ese momento fue cuando entró Trump a la presidencia y pues con él se hizo todo un relajo, lo que nosotros pensábamos de que íbamos a poder meter su perdón dentro de Estados Unidos no se hizo realidad porque Trump decidió quitar lo que llaman ‘la administración cerrada de las cortes’, y sin cerrar esas cortes, el perdón no se podía hacer dentro de Estados Unidos”, agrega.
“Así que ya cuando entré a trabajar con Erika, con el tiempo, se fue enterando de mi caso, y ella me dijo: ‘¿sabes qué?, yo te voy a ayudar con tu caso, nosotros nos encargamos en la oficina’. Y sí, así fue. Pero ya no había posibilidad de que él se pudiera quedar (en EU) a hacer el perdón y él tuvo que salir a Honduras en el 2019 para esperar su perdón allá”, nos cuenta nuestra asistente legal.
“Hay que entender que llevamos el futuro de ellos (los clientes) en nuestras manos”
Y es por todo esto que Samantha comprende completamente a los clientes del despacho, “porque hay que entender que llevamos el futuro de ellos en nuestras manos. Son personas que han estado aquí 20 o 30 años y que ahora, después de tanto tiempo, pueden obtener su residencia y poner todo eso en manos de personas que la mayoría nunca nos ha visto a menos de que sea en redes sociales, pues es entendible de que los vengan y estén nerviosos o frustrados porque lo único que quieren es salir de todo eso y poder decir: ahora sí ya puedo ir a ver a mi familia o viajar”, considera.
“Sólo que sí hay veces donde nos encontramos con situaciones donde los clientes a veces se frustran o se la agarran con uno porque piensan que de nuestro lado no estamos haciendo nada cuando no es así, es al contrario, sí estamos trabajando, pero a veces con Inmigración nunca se sabe”, cuenta nuestra también gerente del despacho, quien desde ese puesto se encarga de abrir los casos, de los pagos, de los contratos y de la organización de la oficina en general.
Y de las complicaciones que a veces enfrentan con el papeleo de Inmigración, nos da un ejemplo: “Hace poquito, nos avisaron que estaban cambiando la edición de una forma, forma que acababan de cambiar y ahora nos la están cambiando de nuevo así que ahora a todos los clientes que ya en su momento se le había cambiado la forma, hay que volver a contactarlos para decirles que ahora tienen que firmar esta nueva, y los clientes a lo mejor van a creer que nosotros lo hacemos a propósito cuando realmente no”, expone Samantha.
¿Por qué Allan enfrentaba un caso de deportación?
Retomando el caso de Allan, le preguntamos a nuestra entrevistada por qué él enfrentaba un proceso de deportación y nos los explica enseguida:
“Estaba en ese proceso porque él cuando entró (a EU en 2013) se entregó a Inmigración, haz de cuenta que cuando te entregas a Inmigración, y él siendo menor de edad, pues no lo podían regresar, o sea, no lo podían deportar desde la frontera. Y entonces lo que hacen ellos es que te dejan entrar, te mandan con tu familiar pero quedan con las cortes de Inmigración para que ellos se encarguen de sacarte del país.
“En ese momento que tú estás en las cortes de Inmigración hay la posibilidad de pelear, pero la forma más fácil para él era la petición familiar por medio de mí”, puntualiza Samantha, madre de dos pequeños.
Fueron seis meses los que Allan tuvo que pasar en Honduras para poder obtener su perdón, los mismos seis meses que su esposa estuvo con muchos asuntos encima.
“Y lo peor de todo es que durante ese tiempo, mi mamá estaba en tratamiento de cáncer y yo pues estaba sola con los dos niños, cayó Covid… Creo que fueron los seis meses más difíciles que me ha tocado enfrentar”, afirma al recordar aquellos días difíciles.
¿Y cómo vivieron Samantha y Allan los días y horas previos a que él saliera rumbo a Honduras?
“Había temor, había tristeza porque justamente la semana antes que él tuviera que salir mi mamá entró a cirugía por el cáncer de seno, así que a ella le tuvieron que retirar un seno y la semana siguiente salía él para Honduras entonces emocionalmente estaba yo lidiando con lo de mi mamá porque yo fui quien me encargué de mi mamá y a la vez pensando en lo que iba a pasar con mi esposo.
“Porque nosotros sabíamos que él iba a tener que esperar su perdón en Honduras, ¿cuánto tiempo él iba a estar allá?, es lo que no habíamos, y mientras tanto yo estaba aquí sola con los niños, mi mamá con su tratamiento. Yo era la única que en su momento estaba trabajando, porque mi hermano todavía estaba en la escuela, entonces yo fui quien me tuve que encargar básicamente de dos familias, mi familia y la familia de mi mamá.
“Y en ese momento, antes de que mi esposo saliera, yo estaba terminando la universidad, y ahí tuve que pararle porque no me daba abasto, no podía con todo”, comparte Samantha con los usuarios y lectores del Blog de la abogada Erika Jurado.
“Por lo menos aquí en Kansas City, la abogada que más sabe del proceso consular es Erika”
Y como ya nos contó, perdió tiempo valioso con el primer abogado que contrató, pero a continuación nos amplía la información y revela un punto muy importante del trabajo de la abogada Erika Jurado.
“Hemos tenido clientes del otro abogado y nos han hecho preguntas sobre lo mismo. Lo que sospechamos es que él no conoce mucho del proceso consular, no saben lidiar con los consulados, entonces por eso los casos los atrasan más y fue donde Erika dijo: ‘no hay necesidad de nada de eso, se hace así, así y asá’ y ya. La verdad, por lo menos aquí en Kansas City, la abogada que más sabe del proceso consular es Erika”, asegura sin ninguna duda.
“No es fácil que un abogado venga y te diga: ‘ya es tu hora, tienes que salir’”
Como ya nos contó Samantha, ella no sabía cuánto tiempo se iba a quedar Allan en Honduras y eso le causaba incertidumbre, temor por todo el proceso, y eso mismo es lo que sienten los clientes a los que ella atiende por un proceso consular en el despacho Jurado-Graham.
“Sí, llegan confiando, pero sí les entra temor al momento que nosotros les decimos que ya es hora para salir. Y yo les puedo entender, porque no es fácil, lo digo como persona, porque yo lo tuve que pasar. No es fácil que un abogado venga y te diga: ‘ya es tu hora, tienes que salir’”, señala nuestra entrevistada.
“Pero lamentablemente nosotros como despacho no podemos garantizar que lo vayan a aprobar porque ese es el problema del proceso consular, cuando uno sale al consulado, el resultado del caso es totalmente discrecional al oficial, o sea bien te puede negar o bien te puede aprobar.
“Entonces sí, como persona da temor porque, por decir mi esposo, tenemos toda una familia aquí, tenemos hijos chiquitos y pensar de que porque el oficial quiera negarte, no puedas regresar.
“Y entonces yo me pongo en los pies de nuestros clientes y la mayoría son personas que han pasado aquí 20 o 30 años con sus familias, haciendo todo aquí en Estados Unidos, tener que salir y no saber si van a regresar.
Entonces al principio van confiados, muy agradecidos pero creeme que cuando nos toca decirles: ‘ya es su hora’, hay clientes que sí se alteran. Incluso se llegan a molestar o nos llegan a decir: ‘no, saben qué, reagéndenme la cita, no estoy listo para salir’. Y yo creo que es lo mismo, es el temor de no saber qué es lo que va a pasar”, expone Samantha.
¿Y cómo enfrenta el despacho Jurado-Graham estas situaciones que se presentan con los clientes? ¿Cuál es el apoyo, seguimiento o asesoría que el despacho brinda para que ellos logren sentirse más tranquilos o superar lo que se les presente en esta etapa crucial de un proceso consular?
“Es ahí donde entra Erika con su experiencia, ella sabe tanto del proceso consular que nos encargamos de que todo lo que posiblemente pueda salir mal, lo lleven en mano. Porque por decir, nosotros les preparamos el paquete de salida que son documentos de lo que nosotros pensamos les pudieran llegar a pedir estando allá, aunque no es necesario, pero si no lo llevan corren el riesgo de que porque no lo tengan, ahí los nieguen.
“Entonces Erika entiende tanto el proceso consular que ella se ha asegurado de que cualquier cosa que ella pueda pensar que vaya a salir mal, ahí está, para que no lo vayan a negar”, explica nuestra entrevistada.
¿Y qué es lo que hace el despacho cuando un cliente de plano les dice que no está listo para salir?
“Ahí ya hacemos cita con Erika. Como ya es un tema legal, se puede decir, es ahí donde entra Erika para platicar con el cliente, porque hay que investigar porque el cliente se siente así. Hay veces de que el cliente se siente así porque simplemente está nervioso y otras veces está así porque algo está pasando en la familia y de eso habla Erika con el cliente, para ver cuáles son las otras opciones y dependiendo lo que ella indique es lo que nosotros hacemos”, detalla.
Por increíble que parezca, sí han tenido casos en los que el cliente decide reagendar su cita consular.
“Sí, hemos tenido que llegar a reagendar citas, creo que la mayoría de las veces es por temas financieros donde vemos que el peticionario no hace suficiente y va a ser un riesgo de que sí lo vayan a negar por eso. Antes de que el cliente salga, nosotros le agendamos al cliente una cita, y si Erika nota algo, por decir financiero o criminal en esa cita, ella ahí para todo y nos dice: ‘el cliente no va a salir, no lo vamos a mandar a la cita porque hay riesgo por esta razón de que lo vayan a negar’”, nos cuenta.
¿A qué se refiere Samantha con lo de un tema financiero?
“Inmigración tiene una línea de pobreza que uno tiene que tener. Por decir, en mi caso, nosotros éramos cuatro en la familia: mis dos niños, mi esposo y yo. Yo como peticionaria, que estoy pidiendo a mi esposo, tengo que ganar cierta cantidad anual para yo poder pedirlo a él. Y si yo no gano esa cantidad, él corre el riesgo de que él vaya a ser negado porque lo pueden ver como carga pública”, nos explica.
Cabe recordar que la sección 212(a)(4) de la Ley de Inmigración y Nacionalidad (INA) establece que un no ciudadano es inadmisible si es “probable que en cualquier momento se convierta en una carga pública”.
Y cuando se habla de que un no ciudadano probablemente se convertirá en una “carga pública”, lo que significa es que es probable que en algún momento dependa principalmente del gobierno para su subsistencia y se le puede negar la admisión o la residencia permanente legal (lo que muchos conocemos como una Tarjeta Verde o Green Card).
“Y entonces haz de cuenta que en ese año, para una familia de cuatro, era que yo tenía que haber ganado mínimo 35 mil dólares al año, y yo no lo cubría, pero hay la opción de usar lo que llaman copatrocinador que básicamente es lo mismo. Es como una ayuda económica de parte de esta persona. Básicamente le dejas saber al gobierno que si Samantha no cubre o no puede llegar a cubrir los gastos de Alan la otra persona se encarga de ayudar a la familia. Mi mamá fue mi copatrocinador”, nos explica nuestra gerente y asistente legal.
“Entonces ya ahí (cuando la abogada Erika detecta estos riesgos) nosotros nos encargamos de reagendar la cita, pero con los procesos consulares siempre estamos como de puntitas para asegurarnos de que al momento que salgan, no vaya a salir negado el cliente. Es lo último que nosotros queremos”, afirma Samantha, una joven madre que como les mencionamos al principio de este artículo, sabe perfectamente ponerse en los zapatos de sus clientes, porque, como también ya pudieron darse cuenta, ella misma ha vivido junto con su familia un proceso consular y la casi inherente incertidumbre que éste provoca.
“El 95 por ciento de nuestros clientes nos han contratado porque la han visto a ella por redes sociales”
Desde 2017 que Samantha entró, a la fecha, el despacho Jurado-Graham ha evolucionado y crecido, al igual que los seguidores de la abogada Erika Jurado en redes sociales.
“Y yo quiero decir que el 95 por ciento de nuestros clientes nos han contratado porque la han visto a ella por redes sociales. Ha crecido bastante. Y como grupo hemos crecido también. Hace cinco años sólo éramos seis sólo en la oficina y ahorita hemos contado y somos 18 personas”, afirma.
La propia Samantha también sigue creciendo, pues como ya nos dijo, en aquel periodo complicado de 2019 tuvo que poner en pausa sus estudios universitarios, pero los retomará este próximo año.
“Primero Dios para 2023 entro a la Escuela de Leyes. Ahorita estoy terminando mis clases básicas, porque aquí tienes que sacar dos años de clases básicas y después ejercer lo que uno quiere”, y otra de las cosas que quiere, es seguir apoyando y ayudando a todos los clientes en el despacho de la abogada Erika Jurado.
Por Maurilio Soto.
Si tienes una situación migratoria complicada y quieres resolverla con alguien de confianza, con experiencia y paciencia, no dudes en agendar una cita con el equipo de la abogada Erika Jurado. ¡Nos enfocamos en todo tipo de casos migratorios y tenemos licencia para trabajar en todos los Estados Unidos!
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