Las operaciones del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) se intensificaron desde el regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos.
En las últimas semanas, la política migratoria se endureció aún más, con una serie de redadas masivas que dejaron cientos de detenidos y desataron protestas en distintos puntos del país.
En Chicago, por ejemplo, ICE lanzó el operativo denominado “Midway Blitz”, con casi 550 arrestos en menos de dos semanas, mientras que en Louisiana un grupo de migrantes inició una huelga de hambre en el centro de detención de Angola por las condiciones de encierro.
Al mismo tiempo, una redada en la planta de Hyundai en Georgia derivó en la detención de 475 trabajadores, lo que volvió a poner sobre la mesa el rol de las grandes empresas en la contratación de mano de obra extranjera.
Estos episodios muestran un clima cada vez de más tensión en torno a la inmigración, donde se cruzan factores laborales, judiciales y humanitarios.
Chicago y la operación Midway Blitz
El caso más visible de las últimas semanas ocurrió en Chicago. Allí, el ICE desplegó un operativo bautizado como “Midway Blitz” que terminó con cerca de 550 personas detenidas entre el 8 y el 19 de septiembre. Autoridades federales aseguraron que la mayoría de los arrestados tenía antecedentes o estaba bajo orden final de remoción, aunque admitieron que hubo decenas de detenciones colaterales de personas sin historial criminal.
Las redadas masivas en Chicago generaron alarma en barrios con alta concentración de migrantes latinoamericanos y asiáticos, donde organizaciones comunitarias denunciaron abusos y un uso excesivo de la fuerza.
Los defensores de derechos humanos también señalaron que estas redadas masivas están creando un clima de miedo que va más allá de los arrestados. Según datos de la policía local, las llamadas al 911 en comunidades de inmigrantes descendieron de manera marcada durante los días del operativo, un indicio de que muchas personas prefieren no denunciar delitos para evitar contacto con las autoridades.
Líderes políticos de Illinois criticaron el despliegue y reiteraron la política estatal de no cooperación con ICE.
El gobierno federal, por su parte, defendió las redadas masivas como parte de un plan más amplio para reforzar la seguridad interior. La Casa Blanca sostuvo que la medida era necesaria para “restablecer el orden migratorio” y anunció que operativos similares podrían replicarse en otras grandes ciudades.

Louisiana: huelga de hambre en Angola
En paralelo a los arrestos en Chicago, la situación en Louisiana encendió nuevas alarmas. En el antiguo “Camp J” de la penitenciaría estatal de Angola, reconvertido como centro de detención para migrantes, un grupo de 19 personas inició una huelga de hambre el 15 de septiembre. Los detenidos reclamaban por condiciones de encierro que calificaron como inhumanas: falta de atención médica, carencia de productos básicos de higiene, deficiencias en el suministro de agua y limitaciones para acceder a servicios religiosos y legales.
Las redadas masivas que llevaron a estas personas a Angola también fueron cuestionadas por replicar prácticas del pasado. El “Camp J” había sido cerrado años atrás debido a denuncias de abusos y violaciones a los derechos humanos.
Su reapertura bajo el nuevo endurecimiento migratorio de Trump reavivó recuerdos de esas denuncias.
Abogados de derechos civiles advirtieron que las huelgas de hambre podrían multiplicarse si las condiciones no mejoran y acusaron al gobierno de buscar castigos ejemplares para disuadir a los migrantes.
La respuesta oficial fue que el ICE cumple con los estándares federales y que las protestas no modificarán el funcionamiento del centro. Sin embargo, la presión política crece.
Redadas masivas en la planta de Hyundai en Georgia
El 6 de septiembre, el tema migratorio se trasladó al terreno laboral con un operativo en la planta de Hyundai en Ellabell, Georgia.
Allí, agentes federales realizaron redadas masivas que derivaron en la detención de 475 personas vinculadas con la construcción y puesta en marcha del complejo de vehículos eléctricos de la automotriz. Aunque no se detalló la nacionalidad de los detenidos, informes de prensa señalaron la presencia de trabajadores extranjeros, incluidos técnicos surcoreanos vinculados a proveedores.
La operación generó un fuerte impacto porque coincidió con uno de los proyectos industriales más ambiciosos del sur de Estados Unidos. Apenas días después de las redadas masivas, Hyundai anunció una expansión de 2,700 millones de dólares y la creación de 3,000 empleos adicionales en Georgia. El contraste entre la promesa de inversión y el golpe reputacional por el operativo alimentó un debate sobre la responsabilidad de las corporaciones en la contratación y verificación del estatus migratorio de sus trabajadores.
Sindicalistas locales y líderes políticos advirtieron que las redadas masivas en grandes plantas manufactureras no solo afectan a los migrantes, sino también a la economía regional. La pérdida de mano de obra calificada ponen en riesgo los cronogramas de producción, mientras que las comunidades donde viven los trabajadores detenidos enfrentan un impacto social inmediato.
Otros casos recientes y efectos colaterales
La oleada de redadas masivas no se limitó a Chicago, Louisiana y Georgia. En Nebraska, una redada en la cárnica Glenn Valley Foods, en Omaha, terminó en junio pasado con más de 70 detenidos. El caso sigue generando repercusiones políticas, con legisladores estatales denunciando violaciones de derechos laborales y demandando investigaciones sobre las prácticas de contratación de la empresa.
En Los Ángeles, la reanudación de redadas masivas tras un fallo de la Corte Suprema provocó un descenso en las denuncias de delitos, ya que los inmigrantes temen ser identificados y deportados.
En Washington, D.C., barrios de alta concentración migrante fueron escenario de protestas contra las nuevas detenciones, mientras el presidente Trump amenazaba con medidas federales extraordinarias para forzar la cooperación de las autoridades locales con ICE.
Estos hechos muestran cómo las redadas masivas ya no son episodios aislados, sino parte de un patrón que afecta tanto a grandes centros urbanos como a polos industriales del interior del país.
Impacto en comunidades y debate político
Las redadas masivas tienen un impacto profundo en las comunidades inmigrantes. Familias divididas, menores sin tutor legal, trabajadores con años de residencia que pierden de un día para otro sus empleos y barrios enteros sumidos en el miedo son parte del saldo humano de los operativos.
Los líderes comunitarios sostienen que esta política erosiona la confianza en las instituciones y genera un “efecto silencio” en el que los inmigrantes evitan interactuar con autoridades, aun cuando son víctimas de delitos.
En el plano político, las redadas masivas reavivan un debate de larga data en Estados Unidos: ¿hasta dónde se puede endurecer la política migratoria sin dañar el tejido social y económico? Trump sostiene que el objetivo es “restaurar el orden” y priorizar a los trabajadores estadounidenses, pero los críticos señalan que estas medidas castigan de forma desproporcionada a comunidades vulnerables y no abordan la raíz de la migración.
Al mismo tiempo, las empresas que dependen de mano de obra extranjera enfrentan un dilema. Las redadas masivas exponen prácticas de contratación que en muchos casos se desarrollaron durante años sin sanción, pero que ahora son usadas como ejemplos de “tolerancia cero”. Este escenario obliga a las corporaciones a revisar sus procesos, mientras enfrentan la presión de mantener cronogramas de inversión y producción.

Redadas, un mapa en expansión
La multiplicación de redadas masivas en distintos puntos de Estados Unidos evidencia que el endurecimiento migratorio llegó para quedarse. Chicago, Louisiana, Georgia, Nebraska, California y la capital federal son apenas algunos de los puntos donde la política se volvió tangible en arrestos, huelgas de hambre, protestas y debates sobre derechos laborales. Para las comunidades migrantes, la sensación es de vulnerabilidad constante; para las autoridades, de una victoria política que exhibe control; y para las empresas, de incertidumbre sobre su fuerza laboral.
Más allá de todo esto, las redadas masivas reflejan una tensión estructural: la economía estadounidense depende en buena medida del trabajo migrante, al mismo tiempo que la política busca restringir su presencia. Ese choque, visible en cada operativo, seguirá marcando la agenda nacional en los próximos meses. Seguiremos informando y analizando la situación.
Con información de Univisión, AP News, The Guardian y Los Angeles Times.
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