Erika Jurado-Graham

3 maneras de perder la residencia en Estados Unidos

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¿Se puede perder la residencia? Obtener la residencia permanente en Estados Unidos es un logro importante para muchas personas inmigrantes. Pero lo que muchos no saben es que este estatus, si bien les permite vivir y trabajar legalmente en el país, no es definitivo.

De hecho, hay varias situaciones que pueden llevar a una persona a perder la residencia. En el artículo de este blog, hablaremos de tres formas comunes de perder la residencia y por qué es clave cuidar este privilegio como si fuera un tesoro.

La residencia no es un derecho: es un privilegio

Muchas personas creen que, una vez que se obtiene la residencia, ya no hay de qué preocuparse. Sin embargo, la realidad es muy diferente. La residencia permanente puede perderse por distintos motivos, y algunos de ellos pueden pasar desapercibidos para quienes no conocen bien las leyes migratorias de Estados Unidos.

Perder la residencia no es una posibilidad remota. Es un riesgo real si no se toman ciertas precauciones. Y lo más importante: es posible evitarlo si se cuenta con la información adecuada y se consulta a abogados de inmigración con experiencia que puedan analizar cada caso en particular.

Cuidar la residencia requiere compromiso y responsabilidad. Significa cumplir con las leyes, mantener una residencia efectiva dentro del país y, sobre todo, entender que se trata de un estatus condicionado. Este estatus se puede perder por errores, omisiones o incluso por desconocimiento. 

1. Vivir fuera de Estados Unidos por periodos prolongados

La residencia permanente es para residir en Estados Unidos. No es para vivir la mitad del año en otro país, ni para utilizarla como una visa de turismo. Si una persona con residencia pasa demasiado tiempo fuera del país, las autoridades migratorias pueden interpretar que ha abandonado su estatus.

El punto crítico es el año. Si un residente pasa más de 12 meses fuera del país sin un permiso especial (reentry permit), se presume que abandonó voluntariamente su estatus. Incluso si los viajes son más cortos, pero frecuentes, los oficiales de inmigración pueden considerar que la persona ya no tiene su residencia principal en Estados Unidos y decidir que ha optado por perder la residencia.

Esto ha sucedido en muchos casos, especialmente con personas mayores que deciden retirarse en sus países de origen sin haber obtenido la ciudadanía estadounidense. Perder la residencia de esta manera es una situación común y puede evitarse con planificación.

Además, los residentes deben tener en cuenta que si, al volver al país, un oficial de inmigración sospecha que han pasado más tiempo del permitido fuera de Estados Unidos, puede iniciar una investigación y someter al residente a un proceso en la corte de inmigración. En esos casos, se necesita evidencia concreta de que la persona no tenía la intención de abandonar su estatus.

Hay personas que pasan seis meses fuera y seis meses dentro, intentando mantener la residencia, pero esta práctica también es riesgosa. No se trata solo del tiempo, sino del lugar donde realmente está el centro de vida del residente: su hogar, su trabajo, sus lazos familiares. Perder la residencia por malentendidos sobre el domicilio principal es más común de lo que se cree.

Por eso, si una persona sabe que no puede residir permanentemente en Estados Unidos, lo mejor es considerar devolver la residencia y solicitar una visa de visitante. De ese modo, no se arriesga a perder la residencia de forma forzada y se mantiene una relación honesta con el sistema migratorio.

2. Cometer delitos que hacen a una persona deportable

Otra forma común de perder la residencia es al cometer ciertos delitos. No todos los crímenes llevan a la deportación, pero muchos sí. Algunos de los más graves y comunes incluyen:

  • Violencia doméstica
  • Delitos relacionados con drogas (incluso pequeñas cantidades)
  • Contrabando de personas
  • Delitos sexuales
  • Delitos de violencia con lesiones graves
  • Robos agravados o fraudes serios

Perder la residencia por un delito puede suceder incluso si la persona ya fue condenada hace años y nunca tuvo problemas antes con inmigración. Bajo administraciones más estrictas, los antecedentes penales antiguos pueden reactivarse y convertirse en motivos de deportación.

Es importante entender que un residente no tiene las mismas protecciones que un ciudadano. Por eso, cualquier incidente legal debe analizarse también desde el punto de vista migratorio. Muchos residentes pierden la residencia por confiarse y pensar que un delito menor no tendrá consecuencias.

Incluso delitos que parecieran menores, como la posesión de una pequeña cantidad de droga, pueden ser motivo suficiente para perder la residencia. Si la sustancia no es marihuana (en una cantidad menor a 30 gramos), no hay perdón disponible. Y en el caso de la violencia doméstica, cada estado tiene definiciones distintas, por lo que es fundamental analizar cada situación en detalle.

Otro caso frecuente que puede llevar a perder la residencia es el contrabando de personas. Muchos residentes ayudan a familiares o conocidos a cruzar la frontera sin pensar en las consecuencias. Pero este tipo de ayuda, aunque tenga una intención noble, se considera un delito grave.

La recomendación para quienes tengan antecedentes penales es clara: no viajar fuera del país sin antes obtener una evaluación detallada de un abogado de inmigración. Perder la residencia por un error del pasado que no fue evaluado correctamente puede ser devastador.

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3. Solicitar la ciudadanía con un historial irregular

Puede parecer contradictorio, pero una persona puede perder la residencia al solicitar la ciudadanía. Esto ocurre cuando el proceso de naturalización destapa alguna irregularidad en el expediente migratorio del residente.

Al aplicar a la ciudadanía, el gobierno revisa todo el historial migratorio con mayor detalle que cuando se otorgó la residencia. Si detectan fraude, mentiras, omisiones importantes o antecedentes penales no declarados, no solo negarán la ciudadanía: también pueden iniciar un proceso de deportación.

Este es uno de los escenarios más peligrosos. Muchas personas aplican a la ciudadanía sin saber que están exponiendo detalles de su historial que no fueron revisados a fondo en el trámite de residencia. Inmigración aprovecha esta oportunidad para examinar todo con lupa. Y si encuentra errores graves, se puede perder la residencia de inmediato.

Ejemplos comunes de irregularidades incluyen haber estado casado en el momento de una petición familiar que no lo permitía, haber ocultado entradas o salidas al país que afectan la elegibilidad, o haber cometido fraudes que no fueron detectados originalmente.

También ocurre que la persona aplicó con documentos falsos, o que mintió en su solicitud, o que un abogado o notario le aconsejó omitir cierta información. Cualquiera de estas situaciones puede llevar a perder la residencia.

Lo más grave es que, al rechazar la ciudadanía, el mismo aviso de negación puede venir acompañado con una citación para presentarse ante un juez de inmigración. Es decir, se inicia un proceso de deportación. Y aunque existan defensas posibles, el riesgo y el desgaste emocional son enormes.

Por eso, antes de solicitar la ciudadanía, cualquier persona con dudas sobre su historial debe consultar con un abogado de inmigración. Es preferible esperar, corregir o aclarar lo necesario, y no exponerse innecesariamente.

Perder la residencia por un intento mal informado de naturalización es más común de lo que se piensa, y puede evitarse con información y asesoría profesional.

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Cómo proteger tu estatus migratorio

Como hemos visto, perder la residencia puede ocurrir por razones muy distintas: por salir mucho tiempo del país, por errores del pasado o por intentar avanzar a la ciudadanía sin estar completamente en regla.

El denominador común en todos los casos es la falta de información o el exceso de confianza. Por eso, es fundamental no tomar decisiones migratorias importantes sin antes consultar con un abogado especializado. Solo un profesional con experiencia puede identificar riesgos específicos y ofrecer alternativas seguras.

Además, cada situación personal es única. Lo que funcionó para un amigo o un familiar no necesariamente es aplicable para otro caso. Y en temas migratorios, los errores se pagan caro.

Cuidar la residencia es una responsabilidad constante. Perder la residencia no solo afecta a la persona directamente involucrada, sino también a su familia, sus planes de futuro, su estabilidad económica y emocional. Evitar ese escenario está en manos de cada residente.

Cuidar la residencia no sólo significa cumplir con los requisitos legales, sino también estar bien informado, tomar decisiones con cautela y mantener una actitud responsable. La residencia permanente es una herramienta poderosa, pero frágil.

Muchos inmigrantes han trabajado duro durante años para obtenerla. Perder la residencia por desconocimiento, por un error legal o por un mal consejo es una tragedia que puede evitarse. No se trata de vivir con miedo, sino con responsabilidad.

Finalmente, compartir esta información con familiares y amigos también es una forma de protección. Muchas veces, quienes están en mayor riesgo de perder la residencia no conocen estos detalles. Ayudarles a estar informados puede marcar la diferencia.

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